Notas sobre las ambigüedades de la moda

Escuela Superior de Diseño - Diseño de Vestuario - Ética y Deontología profesional

Prof. Romina Magallanes – Alum. Magalí Giay, 3º año – 2008.

 

 

Notas sobre las ambigüedades de la moda

Por Magalí Giay

 

I

Sobre el fenómeno de la moda, los análisis clásicos, como afirma Lipovetsky en El imperio de lo efímero (1990, 10-11) concuerdan en el hecho de que tiene sus bases en la rivalidad de clases y la lucha por el prestigio social. Aunque difieren en cuándo comenzó este fenómeno, y toman diferentes conceptos para explicarlo. En estas breves notas, haré una lectura de dichos análisis, resaltando los puntos de acuerdo y desacuerdo, y de las nuevas perspectivas sobre el fenómeno de la moda abiertas por los estudios de Jean Baudrillard y de Gilles Lipovetsky, atendiendo, principalmente, al carácter ambiguo que envuelve, de diversas formas, la moda.

 

II

Para Georg Simmel (2000, 18-20), la historia de la humanidad ha conjugado el interés por la igualdad, por la imitación, con el interés por la singularidad. En esta dinámica histórica de opuestos, el autor inscribe el fenómeno de la moda[1].

La moda, afirma, es tanto imitación de un modelo dado, como búsqueda de diferenciación, por lo que confluyen la tendencia a la igualación social con la tendencia a la diversidad y al contrate individual. Esto último se consigue a través de la variación de los contenidos (que es lo que individualiza a la moda de hoy, con la de ayer, y la de mañana). Además, este proceso de imitación y diferenciación que es la moda se asienta en la diferencia de clases. Las modas  son siempre modas de clases (de manera que las modas de las clases altas se diferencian de las de clase inferior y son abandonadas en el momento en que ésta última empieza a acceder a ellas). Según el autor, siempre va a existir ésta carrera que produce la moda; ya que siempre va a haber diferencias sociales, y grupos de personas que se escondan en la imitación, y otros que se interesen por la particularidad.

En "Las fuerzas de la moda" J. C. Flügel (2000, 51-55) indica que la causa última y esencial  de la moda, reside en la competencia (competencia de orden social y sexual); y también en la imitación, ya que imitar a los que admiramos o envidiamos es un rasgo humano fundamental, y sucede que "una clase comienza a aspirar seriamente a la posición de la que está encima de ella" y ésta última a su vez "se aleja de su anterior posición" (52) que se ha convertido en insostenible desde el punto de vista de la moda. Éste doble movimiento es el que constituye esencialmente la moda, y es el fondo de la variación perpetua a la que está sujeto el traje "de moda".

La paradoja de la moda, dice Flügel, reside en que cada uno trata al mismo tiempo de parecerse y no parecerse a sus compañeros, parecerse en la medida que los considera "superiores" a imitar, y no parecerse en la medida en que los considera "inferiores".

Para Edward Sapir (2000, 164-172) la costumbre es el elemento de permanencia que hace posible los caprichos de la moda. No obstante,  la moda es algo más que la innovación efímera de la costumbre, ya que las innovaciones son hijas de la necesidad y duran mientras éstas se hagan sentir.

El objeto de la moda, entonces,  consiste en equilibrar la libertad individual con el conformismo social, la moda es la costumbre que se reniega. Pero también aquí opera una paradoja, que se encuentra en que para independizarse de la influencia de las costumbres, el individuo encuentra en las pequeñas variantes en la ropa la liberación de ésta sensación, estén o no conscientes de ella. Pero a la vez, la invención indefinida del individuo se vuelve una obsesión, con lo cual se corre el riesgo de perder definitivamente la propia identidad individual que es lo que se buscaba acentuar. Es así, que mucha gente, cuidadosa de respetar la moda al pie de la letra es víctima de sus propios esfuerzos, y destruye el objeto mismo de la moda.

Según Jean Baudrillard (2000, 21-24) sólo hay moda en el marco de la modernidad, es decir, "en un esquema de ruptura, de progreso y de innovación" (21).

Pero el concepto de cambio se desdobla. Por un lado, tenemos el cambio real, el que se efectuaría en la modificación de las estructuras sociales. Por otro lado, tenemos el cambio ilusorio. El que interpreta que los "objetos-signos" de la moda (Baudrillard, 2000, 60-66), por ejemplo el vestuario, tienen una relación intrínseca que llevaría desde el objeto – signo a la clase o grupo social al cual este objeto – signo representa. Por lo que, cambiando de objeto – signo se cambiaría también de clase o grupo.

Pero para Baudrillard, no ocurre la segunda opción. La moda no refleja una necesidad real de cambio. El placer de la renovación acelerada de los objetos, compensa psicológicamente imposiciones de diferenciación social y de prestigio. Pero ésta movilidad  no existe realmente, ya que a través de los cambios visibles, se frustra la exigencia de movilidad social real. Se genera una ilusión de cambio. Por lo tanto, la moda es una de las instituciones que restituye mejor, que fundamenta con el pretexto de abolirla, la desigualdad cultural y la discriminación social.

La moda se asienta en una tasa de cambio tolerable por el sistema sin que nada cambie en el orden esencial. La moda no contradice las estructuras sociales dominantes, pone a vivir como valor supremo el cambio, el juego del cambio por el cambio.

Para Gilles Lipovetsky, Baudrillard sólo vio la columna vertebral de la moda, debido a que la analizó como una lógica de la distinción social, y no como manipulación de conciencias, y como una lógica individual del deseo. Los análisis clásicos, afirma Lipovetsky, han permanecido ciegos a la verdadera función histórica del nuevo tipo de regulación social que es la moda, cuya base es la inconstancia, la seducción, la hiperelección y lo efímero. Lipovetsky no niega que los objetos puedan ser significantes sociales y signos de aspiración, lo que cuestiona es que se crea que la moda solo se rige por un proceso de distinción y diferenciación clasista.

Lipovetsky coloca al fenómeno de la moda en una nueva perspectiva. En efecto, afirma que el mundo que la moda propone: la locura del artificio (1990, 9), del desatino, el reino de la fantasía, la frivolidad y lo efímero (10), de la seducción (13), la lógica de la inconstancia, lo nuevo, la individualidad (11), será la base para las democracias futuras. Para Lipovetsky, el hecho de que los ciudadanos se sientan menos interesados por la cosa pública, que predomine la desmotivación y la indiferencia hacia la política, que el comportamiento del elector esté en trance de alinearse con el del consumidor, son indicios de un cambio positivo en las arquitecturas de las democracias.

Asimismo, el materialismo que caracteriza a nuestras sociedades no es considerado por él malo, ya que en el imperio del "valor de uso" (Lipovetsky, 2000, 66-71)  ya no estamos atados a las cosas, la época que sacraliza los objetos es precisamente aquella en que nos separamos sin dolor de éstos.

Cada cual, bajo el gobierno de la moda,  es más dueño de su existencia privada y libre ejecutor de su vida, por medio de la superselección en que nos hayamos inmersos. El individuo - moda no tiene lazos profundos, es móvil, de personalidad y gustos fluctuantes. De este modo, la sociedad es un "material humano más flexible" (1990, 14) de lo que se piensa, que está interesado en su carrera individual de consumismo, en la que su meta es la de saciar constantemente su deseo material por lo nuevo,  y ha renunciado a las visiones revolucionarias del mundo, cosa que para el autor es positiva.

 A tales análisis, Lipovetsky agrega, en  "Una parodia lúdica" (2000, 174-177), que la sociedad posmoderna está demasiado deseosa de novedades como para rechazar cualquier cosa, lo acogemos todo, pero a condición de burlarnos con desenvoltura del Otro. En lo que denomina la  "edad humorística", la moda está liquidando las últimas secuelas de un mundo disciplinario y tenso. Por lo que se puede decir que dicha edad ha acabado con la edad estética. Con lo cual, se produce una coexistencia pasiva de los estilos. Por lo que todo está permitido, pero con humor.

Un buen ejemplo de esto es la moda retro, que significa la propia moda en repetición e imitación. Ésta es la paradoja de las sociedades fundadas en la innovación: los sistemas se desarrollan volviéndose sobre sí mismos. La huida hacia adelante ha sido sustituida por el redescubrimiento de los fundamentos, y el desarrollo interior.

 

III

Ahora bien;  habiendo leído a todos éstos autores que escriben sobre la moda desde sus respectivas disciplinas, me sucede que concuerdo con los análisis clásicos, y, a la vez,  con la perspectiva de Lipovetsky, en diferentes puntos.

Para empezar, creo que en la sociedad occidental, cada individuo lleva consigo una pelea interna que estaría bien señalada en la paradoja  que plantea Simmel, la cual sería que:

Cada persona, al mismo tiempo, trata de parecerse a sus compañeros, imitarlos, para sentirse acompañado, parte de un grupo, y para obtener una "seguridad" al desviar a otros la responsabilidad por la acción que realiza. Y a la vez no parecerse, cuando busca la diferenciación individual y quiere destacarse de la colectividad.

Y es aquí mismo donde me juegan las dos ideas a la vez. Si bien creo que la moda se sujeta de la diferenciación clasista y la lucha de prestigio para subsistir, no creo que sea la base de ésta en la actualidad. Más bien creo que como sociedad, nos estamos perfilando hacia la teoría de Lipovetsky, pero quiero creer que no del modo extremo como él lo describe.

Resumiendo, pienso que sólo una parte de la sociedad, como dice Sapir, está obsesionada con la invención indefinida del individuo, y pierde su propia identidad mirando con insistencia hacia las "clases altas", pensando siempre que son mejores, e imitándolas constantemente. Pero a la vez existe otra parte de la sociedad, que se encuentra ubicada más cerca de la perspectiva de Lipovetsky, la cual consume para satisfacer su propio placer, y vivir una vida más "cómoda".

Yo veo la moda como una ambigüedad, como algo que encuentra su concepto, su significado, en cada individuo que la consume.

Ahora bien; la moda es un fenómeno constante en la sociedad. Desde el principio de nuestros tiempos, hay vestimentas, colores u objetos accesorios que se han "puesto de moda". Por ejemplo entre los egipcios era bien visto extenderse la línea de la ceja por encima de la nariz, o entre los romanos el ideal de belleza era el ser rubia, por lo que todas las romanas se teñían sus cabellos. Por lo general las "modas" comenzaban en pequeños grupos dentro de las clases elevadas, y éstas se extendían hacia abajo, en la medida de lo posible.

 No tan lejos estamos de esto hoy en día; debido a que grupos empresarios o diseñadores renombrados son los que en cada temporada dictan la nueva moda; y todo el resto de la sociedad va adquiriéndola. Pero el cómo va adquiriéndola es lo que hace que la moda sea ambigüedad.

¿Y por qué ambigüedad? Porque se la puede entender tanto como un medio para expresarse libremente, y también como una máquina disciplinadora. Es ambivalente dentro de la cantidad de oposiciones que podemos encontrar en la sociedad. Puede ser tanto libre expresión como sujetamiento; tanto liberación de la mujeres como reacción conservadora. Es la persona que la consume, que la porta, la que le dará el significado que tendrá para ella misma.

¿Qué quiero decir con esto? Hay quienes perderán su individualidad por obsesionarse con "estar a la moda", y en ellos la moda los controlará; y habrá quienes utilizarán a la moda para crear su propia personalidad y singularidad; éstos sujetos serán quienes harán la moda, para quienes será un medio de expresión. Sean o no diseñadores.

Pero no se puede estar ciego a que vivimos inmersos en una sociedad, y de modo inconsciente o no, seguimos ciertas "reglas". Podemos crear nuestra moda o vivirla según otros, pero de todos modos estamos sometidos a ella, creyéndonos libres.

Ahora bien, creo que la moda nos hace y al mismo tiempo, nosotros la hacemos.

 

 

Bibliografía:

LIPOVETSKY, Gilles (1990): El imperio de lo efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas. Barcelona. Anagrama.

------------------------ (2000): "Una parodia lúdica", en Los  cuerpos dóciles. Hacia un tratado de la moda. CROCI Paula y VITALE Alejandra, comp. Buenos Aires. La Marca. Pp.174-177.

------------------------- (2000): "El placer del valor de uso", en Los  cuerpos dóciles. Hacia un tratado de la moda. CROCI Paula y VITALE Alejandra, comp. Buenos Aires. La Marca. Pp. 66-71.

SIMMEL, George (2000): "Moda y sociedad", en Los  cuerpos dóciles. Hacia un tratado de la moda. CROCI Paula y VITALE Alejandra, comp. Buenos Aires. La Marca. Pp.18-20.

FLÜGEL, J. C. (2000): "Las fuerzas de la moda", SAPIR, Edward (2000): "La moda: negación de la costumbre", en Los  cuerpos dóciles. Hacia un tratado de la moda. CROCI Paula y VITALE Alejandra, comp. Buenos Aires. La Marca. Pp.51-55.

BAUDRILLARD, Jean (2000): "El objeto de consumo" y Modelos y estéticas", en Los  cuerpos dóciles. Hacia un tratado de la moda. CROCI Paula y VITALE Alejandra, comp. Buenos Aires. La Marca. Pp. 21-24; 60-66.

 



[1] A esta idea se contrapone la perspectiva de Baudrillard, quien ubica en la modernidad el fenómeno de la moda.



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