Artículo

Ética y deontología profesional. Escuela Superior de Diseño. Año 2008.

Alumna: Lihuen Ehlers. Prof.: Romina Magallanes.

 

El Cuerpo Construido. Observaciones sobre la relación cuerpo-vestido y algunas otras cosas más.

 

Para mí, la relación entre el cuerpo y el vestido es casi como el enigma del huevo y la gallina. ¿Estamos dispuestos a cambiar nuestro vestido (con toda la carga que esto trae) a causa de nuestro cuerpo o estamos dispuestos a cambiar nuestro cuerpo (con todo lo que esto significa) a causa del vestido? Es un interrogante que tiene tantas respuestas como personas a las que se les pregunta. Yo, a la mía la tengo más que clara.

Alison Lurie dice en su texto, El lenguaje de la moda, "compraremos y usaremos aquellas prendas que reflejen lo que somos y los queremos ser en ese momento, y las que no lo reflejen no las compraremos por más que las anuncien con bombos y platillos" (Lurie, 191). No puedo evitar entonces preguntarme… ¿Qué pasa si aquellas prendas que reflejan lo que soy o quiero ser no cuadran con mi cuerpo? ¿Cambio mi cuerpo o me resigno a no poder reflejar lo que soy o quiero ser? ¿Y si me lo pongo igual y me queda feo y no refleja lo que quiero reflejar? Entonces, quizás no soy lo que quisiera ser… ¿qué quiero ser? ¿Qué tengo que cambiar? Suena a ataque de nervios y exageración, pero es lo que nos pasa a muchas mujeres a la hora de salir a comprar ropa – probador panic attack. Humberto Eco dice "el vestido descansa sobre códigos y convenciones, muchos de los cuales son sólidos, intocables, están definidos por sistemas de sanciones e incentivos capaces de inducir a los usuarios a "hablar de forma gramaticalmente correcta" el lenguaje del vestido, bajo pena de verse condenados por la comunidad" (Eco, 180), y tiene razón. Si esa hermosa remerita de modal talle único es la pieza que mas refleja lo que soy o quiero ser y la compro aunque no cuadre con mi cuerpo, en lenguaje vestido podría ser traducido cual fragmento de Esperando a Godot, seguida por una larga cadena de insultos sin razón aparente. Entonces para no ser condenada por la comunidad por no ser "gramaticalmente correcta" dejo de lado esa representación de lo que soy. Y no se termina ahí, probablemente sea tanta la frustración que me cause el tener que negar tanta carga significativa que decida por la otra opción, modificar mi cuerpo; porque últimamente todas las prendas que le dan ese sentido de reflejo y significado a mi vestuario no están hechas exacta ni aproximadamente a la medida de mi cuerpo.

Según Butler, "el género puede considerarse como un estilo corporal, un "acto", que es al mismo tiempo intencional y preformativo, donde "preformativo" sugiere una construcción teatral y constituyente de significado" (144). Yo construyo mi género a través de la repetición de un conjunto de significados establecidos socialmente y así lo legitimo, mi cuerpo aparece como pasivo previo al discurso asignado culturalmente. Ahora, ese discurso que carga al cuerpo de significado y a través de la repetición de actos, gestos y deseos sobre la superficie del cuerpo construye al género es el que afecta directamente a la hora de tomar la decisión respecto de modificar el cuerpo o no, desde hace ya mucho tiempo.

Claro, es el ejemplo con el que Bryan Turner ha ilustrado la acción de dicho discurso sobre el cuerpo. Turner explica como en el 1800 las mujeres se sometían al uso del corsé, una prenda que ajusta mucho la cintura y la aplasta y afina. Dice Turner "Un conjunto de presiones morales, económicas, de status, de moda forzó a las mujeres a moldear sus cuerpos para que encajasen con los estándares de delgadez" (Turner, 131). En esa época era bien visto que las mujeres lucieran convalecientes y pálidas, que por supuesto no trabajaran ya que tenían dinero para mantenerse sin esta necesidad y que tuvieran un séquito de doncellas sólo para ayudarlas a vestirse. Esa moda era el reflejo de las costumbres de la época (Lurie, 191) pero a la vez constituía una negación (empiece a notarse la similitud en negar lo que uno quiere representar con el vestido hoy en día) de la sexualidad, ya que el corsé no permitía el embarazo debido a las deformaciones que causaba en el cuerpo de la mujer. Parece que modificar el cuerpo es parte de las costumbres de la época hace muchas épocas. De nuevo Turner, citando a Featherstone, nos explica la similitud, parte de la ética del capitalismo tardío es que "la preservación del "yo" depende de la preservación del cuerpo en una cultura en la que éste constituye el pasaporte a todo lo que es bueno en la vida. La salud, la juventud, la belleza, el sexo y la idoneidad son los atributos positivos que el cuidado del cuerpo puede conseguir y guardar" (133).

Hoy, el discurso cultural que afecta la pasividad de mi cuerpo y sobre el cual construyo mi género parece no darme opciones, debo ser devota a mi cuerpo y hacer que se ajuste lo más posible a lo descrito como ideal; de esa forma voy a poder reflejar lo que soy o quiero ser a través de mi vestido. El vestido se ve condicionado y se desarrolla entonces, a partir de este parámetro dado por la "idealidad" del cuerpo a la cual supuestamente todos debemos obedecer ya que es nuestro boleto de primera clase a una buena vida.

Quedamos en que el cuerpo se ve sometido a las presiones políticas, económicas y de status de la sociedad y el vestido acompaña. Ahora, ¿puede ser también el vestido modificador del cuerpo? Creo que a veces se puede lograr reflejar lo que se quiere ser con la ayuda del vestido (a mi parecer este es uno de los grandes desafíos de los diseñadores). Un pliegue por allá, una raya por acá y de repente un rollo menos. O "me pongo un escote fulminante y nadie me mira las piernas gordas". Reflejar lo que quiero ser a través de la ilusión de un cuerpo que no es, quizás sea una alternativa, pero es inevitablemente efímera. Como dice Lipovetsky en su texto Dueñas del cuerpo "¿De que se trata en las nuevas prácticas de belleza, sino de someterse como "dueño y poseedor" del cuerpo, de corregir la obra de la naturaleza, de vencer los estragos ocasionados por el paso del tiempo, de sustituir el cuerpo recibido por un cuerpo construido?" (Lipovetsky, 148).

Podría decir entonces, que yo autoconstruyo mi cuerpo en pos de poder actuar (o desafiar, por qué no) mi género y poder reflejar a través del vestido lo que soy o quiero ser.

De pronto me di cuenta que no era la única en el brete, que hay gente que hace lo mismo pero en otras formas. Hay tribus urbanas que modifican su cuerpo para poder identificarse con los suyos a través del vestuario y reflejar quiénes son, que música escuchan, que comidas comen; tribus que como parte de esa modificación desafían el género, es como si "hablaran gramaticalmente correcto" otro "idioma" o "dialecto" del vestido, con otros códigos pero la misma estructura (Eco, 180). También debe haber gente que se queda "muda" ante la indecisión o gente que "grita" en contra de este discurso o de este ideal.

Ahora todo esto suena muy tiránico con respecto a mi pobre cuerpo y a todos los pobres cuerpos y Lipovetsky lo plasma muy claramente: "El auge del individualismo femenino y la intensificación de las presiones sociales relativas a las normas corporales corren parejas. Por un lado, el cuerpo femenino se ha emancipado con holgura de sus antiguas servidumbres, ya sean sexuales, provocadoras o vestimentales, por otro, lo vemos sometido a presiones estéticas más regulares, más imperantes, más ansiógenas que en el pasado"(…) "las políticas industriales y comerciales han encontrado en el cuerpo un nuevo mercado de innumerables ramificaciones"(…) "La fiebre de la belleza-delgadez-juventud significaría tanto una pujanza como una reacción social y cultural dirigida contra el progreso de las mujeres hacia la igualdad. Al minar psicológica y físicamente  las mujeres, haciéndoles perder la confianza en sí mismas, al absorberlas en preocupaciones  estético-narcisistas, el culto de la belleza funcionaría como una policía de lo femenino, un arma destinada a detener su progresión social. Al suceder a la prisión doméstica, la prisión estética permitiría reproducir la subordinación tradicional a las mujeres" (Lipovetsky, 148-149).

 Según Turner "la delgadez del SXX se encuentra bajo la promoción de la industria de los alimentos y de drogas, más aparejados con los fines narcisistas de la felicidad personal, el éxito y la aceptabilidad sociales" (132). Estoy mucho más de acuerdo con Turner, si bien algún beneficio económico-político debe haber para que toda la sociedad tenga el mismo discurso y el mismo ideal, creo que se relaciona con el mas profundo fin narcisista de realización personal, hijo de tanto años de ideales y de tanta información que tenemos día a día.

En otras palabras, tengo 21 años, una cirugía estética y miles de dietas en mi currículum…estoy más que dispuesta a modificar mi cuerpo para reflejar lo que soy, porque lo que soy me pide ese cuerpo y lamentablemente no me tocó naturalmente, así que lo hice y lo sigo haciendo. Yo me amo, pero me gustan más mis versiones mejoradas, soy dueña de mi cuerpo y amo esa libertad de auto crearme de adentro para afuera. Lo hago por mi, bien narcisista. A la hora de "hablar gramaticalmente correcto" me percibo como la señorita inglesa que de tanto en tanto dice una mala palabra, y realmente me molesta la gente que "habla mal" el lenguaje del vestido, respeto (generalmente) a quienes "hablan otro idioma" y admiro a aquellos que "inventan palabras nuevas" que suenan bien.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA:

 

Turner, Bryan. "El gobierno del cuerpo". Los cuerpos dóciles, La marca págs. 131-134. Tomado de Turner, Bryan. El cuerpo y la sociedad. México, F.C.E, 1989.

 

Butler, Judith. "Género y cuerpo". Los cuerpos dóciles, La marca págs. 141-145. Tomado de Butler, Judth. Gender trouble: feminism and subversion of identity, New York, Routledge, 1988.

 

Lipovetsky, Gilles. "Dueñas del cuerpo". Los cuerpos dóciles, La marca págs. 148-152. Tomado de Lipovetsky, Gilles. La tercera mujer. Barcelona, Anagrama, 1999.

 

Eco, Umberto. "Acerca del vestido". Los cuerpos dóciles, La marca págs.179-182. Tomado de Eco, Umberto. "El hábito hace al monje" en AAVV. Psicología del vestir. Barcelona, Lumen, 1972.

 

Lurie, Alison. "El lenguaje de la moda". Los cuerpos dóciles, La marca págs. 187-193. Tomado de Lurie, Alison. El lenguaje de la moda. Barcelona, Paidós, 1994.



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